jueves, 16 de octubre de 2008

Más que un hecho partidario...



Fue tomado por el pueblo por un hombre providencial, un intermediario con el cielo, un profeta que, como Moisés, lo guiara por el desierto hacia la tierra prometida, le diera de comer cuando tenía hambre y lo protegiera del enemigo interior y exterior.

Dotó a los humildes de dignidad, de doctrina y de organización. Los hizo pueblo, y los consideró lo mejor que tenemos. Hasta que en la jornada del 17 de octubre de 1945 su nombre se hizo bandera y se desató, inconmensurable, todopoderosa, incontenible, jubilosa, imparable, la esperanza popular.

Pronto unió su destino al de una mujer de un carisma inigualado que se iba a constituir en el nervio de su liderazgo, en la llama ardiente de la revolución, en puente insobornable con los débiles y postergados, los desamparados y marginales, los niños, los trabajadores, los humildes, las mujeres, los ancianos... Quien quiera oir que oiga.

Gentileza Agenda de Reflexión nº 295


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